CLAUDIA MATELA alias LESBIA
Por Ariadna Cañete 4ºB
Clodia podría ser
considerada una mujer “independiente y libre” que nació fuera de su tiempo y
lugar. Una mujer que contravino todas la convenciones sociales de la vieja
Roma, la Roma republicana, en donde a las “buenas” mujeres romanas, a las
matronas, se les exigía un comportamiento y, aún más allá, un pensamiento
abnegado al hogar.
Clodia no se resignó a
ser una matrona romana dedicada exclusivamente a su familia y a sus dominios, y
su fama de amante de la buena vida, las fiestas e incluso los amantes se extendió
por la Ciudad Eterna. Su mala reputación llegó a hacer que sobrevolaban sobre
ella sospechas de asesinato tras la muerte de su esposo en circunstancias
extrañas en el 59 a.C.
Este
personaje, que perfectamente podría haber caído en el olvido de la historia, ha
llegado hasta nosotros gracias a los poemas de Catulo, donde la llamaba Lesbia.
Clodia se convertiría en amante y en musa del poeta seguramente cuando éste
llegó a Roma. Sus poemas a Lesbia, expresan profunda pasión .
Sin embargo el amor de Catulo se tornó en odio cuando, ya viuda, Clodia no quiso consolidar la relación y no dudó en continuar con su vida disoluta y en mantener relaciones con otros hombres, entre ellos un gran amigo de Catulo, Marco Celio Rufo. Despechado, el poeta decidió abandonar Roma y trasladarse a Bitinia, donde se encontraba su hermano. Desde allí dedicaría algunos versos bastante mordaces a su antigua amante, convirtiendo a la mujer independiente que antes amaba en una prostituta impúdica y sin sentimientos. Constantes infamias y calumnias fueron extendiéndose por las calles de Roma. Fue acusada de borracha y de ser seductora y fue encontrada como no culpable.
Una injusticia que se ha prolongado durante siglos puesto que tanto los poemas de Catulo han atravesado dos milenios. Así, Clodia, por defender su propia libertad, por adelantarse a su tiempo y vivir sin las sujeciones a las que estaban sometidas las demás mujeres, sufrió un castigo brutal y su nombre quedó manchado para siempre. Constituye, por tanto, un temprano ejemplo de la vulnerabilidad de las mujeres y una advertencia pues “su reputación se quiebra fácilmente cuando no se someten a los deseos y a las normas impuestas por los hombres”
Sin embargo el amor de Catulo se tornó en odio cuando, ya viuda, Clodia no quiso consolidar la relación y no dudó en continuar con su vida disoluta y en mantener relaciones con otros hombres, entre ellos un gran amigo de Catulo, Marco Celio Rufo. Despechado, el poeta decidió abandonar Roma y trasladarse a Bitinia, donde se encontraba su hermano. Desde allí dedicaría algunos versos bastante mordaces a su antigua amante, convirtiendo a la mujer independiente que antes amaba en una prostituta impúdica y sin sentimientos. Constantes infamias y calumnias fueron extendiéndose por las calles de Roma. Fue acusada de borracha y de ser seductora y fue encontrada como no culpable.
Una injusticia que se ha prolongado durante siglos puesto que tanto los poemas de Catulo han atravesado dos milenios. Así, Clodia, por defender su propia libertad, por adelantarse a su tiempo y vivir sin las sujeciones a las que estaban sometidas las demás mujeres, sufrió un castigo brutal y su nombre quedó manchado para siempre. Constituye, por tanto, un temprano ejemplo de la vulnerabilidad de las mujeres y una advertencia pues “su reputación se quiebra fácilmente cuando no se someten a los deseos y a las normas impuestas por los hombres”
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